Mente y Cuerpo, ¿Estamos listos?
Cada vez recibo más quejas o inquietudes de las parejas en torno a la dificultad para desconectarse del estrés, las preocupaciones y el acelere propio de una jornada laboral.
Sintonizar la mente y el cuerpo para entregarse a un momento de intimidad en pareja no se logra fácilmente. El paso de un estado a otro rara vez es inmediato, en la mayoría de los casos es preciso proponer momentos compartidos que propicien la calma y el reencuentro.
Los masajes eróticos son una manera posible para favorecer este pasaje: preparan la piel para abrirse a los nuevos estímulos y a la mente para reorientar la atención al momento presente. Además permiten otro modo de comunicación entre la pareja; provocarse mutuamente sensaciones agradables y placenteras despertará emociones positivas entre uno y otro.
Las variantes son muchas y hay que estar atento para captar las preferencias de quien recibe.El erotismo está presente en todo el cuerpo, es por eso imprescindible que el masaje erótico sea en todo el cuerpo y no solo en zonas erógenas.
Hay quienes prefieren avanzar con los masajes ordenadamente por ejemplo de los pies pasando por todo el cuerpo hacia arriba y quienes optan por alternar sorpresivamente tomando cada sector del cuerpo sin una secuencia esperada.Podes utilizar elementos como pueden ser plumas, cubitos de hielo, aceites tibios.
Podes cubrir sus ojos para así amplificar los otros sentidos y además aumentar la sensación de entrega mutua. Tu desafío es ayudar a tu pareja a lograr un buen equilibrio entre la relajación y la atención en aquello que le está sucediendo.
La elección de quien da y quien recibe puede alternarse en un mismo encuentro o pautarlo en encuentros distintos: “hoy vos mañana yo “, potenciando la espera y las fantasías anticipatorias.
Un divertido y oportuno recurso para utilizar en estas ocasiones son las velas que al derretirse sirven para los masajes eróticos. Con 15 minutos o media hora de vela encendida, que favorecerá el clima de serenidad y descanso, bastarán para luego utilizar el aceite en tus caricias y masajes.
De Retrato en sepia de Isabel Allende:
“…se quitó el abrigo y empezó a besarlo, primero la frente, luego los parpados, las sienes, la boca largamente, su lengua explorando traviesa las orejas de Diego, saltando sobre su manzana de adán, rozando el cuello, sus dientes picoteando los pezones viriles, sus dedos enredados en los vellos del pecho. Entonces le toco a él abandonarse por completo a las caricias, se tendió de boca sobre la manta y ella se le acaballo encima de la espalda, mordiéndole la nuca y el cuello, paseando por sus hombros con breves besos juguetones, bajando hasta las nalgas, explorándolo, oliéndolo, saboreándolo y dejando un rastro de saliva en su camino.”